Entre todos los trastornos isquémicos, el infarto renal ocupa casi el último lugar en términos de prevalencia. En la gran mayoría de los casos, esta enfermedad es de carácter secundario y está causada por problemas primarios en el sistema cardiovascular. Sin embargo, por el momento no hay información exacta sobre la frecuencia de aparición de este proceso patológico entre la población. Esto se debe al curso asintomático bastante frecuente de dicha patología. El principal grupo de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad son las personas mayores de cuarenta años. No se observa dependencia de género.
Como ya dijimos, en la gran mayoría de los casos, los trastornos isquémicos en los riñones ocurren como resultado del bloqueo de la luz del vaso por un émbolo, lo que conduce a una interrupción en el flujo de sangre a los tejidos. Muy a menudo, los coágulos trombóticos actúan como un émbolo. Con mucha menos frecuencia, la sangre deja de fluir a través de las arterias como resultado de su bloqueo por placas ateroscleróticas. Con base en lo anterior, podemos concluir que los principales factores predisponentes son las enfermedades que contribuyen a la formación de émbolos.
Muy a menudo, el desarrollo de dicha enfermedad se debe a la inflamación primaria del endocardio. Como saben, la endocarditis a menudo se complica con la formación de trombos parietales, que luego ingresan al lecho vascular. Otra posible causa son varios trastornos del ritmo cardíaco. Los defectos cardíacos existentes y la aterosclerosis también son factores predisponentes.
Por separado, vale la pena mencionar una enfermedad como la periarteritis nodosa. Se caracteriza por una lesión inflamatoria-necrótica de la pared vascular, que también suele preceder a un infarto renal. En casos raros, varias manipulaciones médicas pueden provocar vasoconstricción, lo que también conduce a un aumento de los cambios isquémicos. Otros factores predisponentes incluyen el síndrome de coagulación intravascular diseminada y la drogodependencia. En cuanto a la adicción a las drogas, se ha encontrado que casi el treinta por ciento de las personas que usan drogas por vía intravenosa desarrollan posteriormente cambios isquémicos en el tejido renal.
El mecanismo de desarrollo de este proceso patológico no es diferente de los ataques cardíacos que tienen una localización diferente. El bloqueo del vaso conduce a una violación del movimiento de la sangre a través de él. El tejido renal deja de recibir oxígeno y otros nutrientes en la cantidad requerida, por lo que aumenta la isquemia en los riñones. Las nefronas sufren cambios distróficos seguidos de muerte. Aparecen focos necróticos en el tejido renal, cuyo área determinará la gravedad de la enfermedad. Debido al hecho de que los productos de descomposición de los tejidos ingresan al torrente sanguíneo, aumentan los signos que indican una intoxicación general del cuerpo. En última instancia, se forman áreas de fibrosis y defectos cicatriciales en el tejido renal.
Síntomas característicos del infarto renal
Como dijimos anteriormente, si el área afectada es pequeña, es posible que no haya ningún síntoma. En tal situación, los cambios resultantes se detectan por casualidad durante el examen. Sin embargo, incluso si se observan manifestaciones clínicas, no son específicas.
En primer lugar, el paciente se queja de dolor en la región lumbar. Al principio, el síndrome de dolor se determina inmediatamente desde dos lados, pero gradualmente comienza a enfocarse precisamente en el lado de la lesión. A menudo, el dolor es bastante intenso y se detiene solo cuando se toman analgésicos fuertes. Otro síntoma característico es la sangre en la orina. La gravedad de la hematuria varía de persona a persona. A veces es imposible determinar el ojo y, en otros casos, la orina se vuelve escarlata.
Sin falta, hay síntomas que indican una intoxicación general del cuerpo. Están representados por fiebre subfebril o febril, náuseas y vómitos, dolores de cabeza, debilidad, etc. A veces, el cuadro clínico se complementa con hipertensión arterial. En casos severos, se desarrolla insuficiencia renal aguda.
Diagnóstico y tratamiento de enfermedades
Esta enfermedad no puede sospecharse solo sobre la base de manifestaciones clínicas concomitantes. Es imperativo averiguar si una persona tiene algún problema con el sistema cardiovascular. De los métodos de laboratorio, se utilizan un análisis de sangre general, un análisis de orina general y bioquímico, así como un coagulograma. La ecografía Doppler, la angiografía renal con contraste o la tomografía computarizada multiespiral se prescriben en paralelo.
De los medicamentos para el infarto de riñón, se utilizan trombolíticos y anticoagulantes, agentes antiplaquetarios y agentes hemostáticos. Los analgésicos están indicados para el alivio del dolor. En casos severos, existe la necesidad de una intervención quirúrgica, que tendrá como objetivo restaurar el flujo sanguíneo renal o eliminar el tejido necrótico.
Prevención del infarto renal
El principal método de prevención es la detección y el tratamiento oportunos de las enfermedades del sistema cardiovascular.
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