Según las circunstancias, los adultos pueden vacunarse contra el sarampión, las paperas (paperas), la rubéola, el tétanos, la hepatitis B, la influenza y la enfermedad neumocócica.
Sarampión, paperas y rubéola
Toda persona nacida después de 1956 que no haya tenido sarampión, paperas o rubéola y que no haya sido inmunizada con dos dosis de la vacuna, pero que probablemente haya estado expuesta a estas infecciones, debe vacunarse. Por ejemplo, los jóvenes deberían vacunarse. Las mujeres embarazadas y las personas con antecedentes de reacciones alérgicas graves no deben vacunarse.
Existen vacunas separadas para el sarampión, las paperas y la rubéola. Sin embargo, una vacuna combinada (trivaccine) es mejor porque cualquier persona que necesite protección contra una de estas infecciones también necesita protección contra las otras dos.
Tétanos y difteria
La vacuna contra el tétanos es muy importante porque el tétanos a menudo es fatal. La serie primaria (tres inyecciones a lo largo de 6 meses) debe administrarse en la infancia o en la edad adulta en aquellos que no recibieron la vacuna de niños. Se deben administrar dosis repetidas de la vacuna a los adultos cada 10 años. La vacuna contra el tétanos, como contra la difteria, está disponible como vacuna única y también en combinación con una vacuna contra la difteria; luego, ambas vacunas se administran en una sola inyección.
Hepatitis B
La vacuna contra la hepatitis B debe administrarse a cualquier persona con alto riesgo de exposición al virus. Este riesgo es alto en trabajadores de la salud, patólogos y personas que reciben transfusiones de sangre o hemodiálisis con frecuencia. Además, la hepatitis B amenaza a las personas que tienen una vida sexual intensa, así como a las que ya han estado expuestas al virus.
Por lo general, la vacuna se administra a una persona solo una vez. Pero si la persona vacunada ha estado expuesta al virus, entonces es necesario analizar los anticuerpos en su sangre. Si el número de células defensoras es bajo, es posible que sea necesario volver a vacunar a la persona. Una historia de reacción alérgica severa a la levadura es una contraindicación absoluta para esta vacunación.
Gripe
Las personas que corren un alto riesgo de contraer la gripe o desarrollar complicaciones deben vacunarse. En riesgo están las personas mayores de 65 años y otros trabajadores de la salud. El riesgo también aumenta en personas con enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas, trastornos metabólicos (p. ej., diabetes mellitus), insuficiencia renal, anemia (p. ej., enfermedad de células falciformes), trastornos del sistema inmunitario e infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Las epidemias de influenza generalmente ocurren a fines de diciembre o mediados de invierno. Por lo tanto, el mejor momento para la vacunación es de septiembre a octubre.
Infección neumocócica
Se debe vacunar contra la enfermedad neumocócica a las personas con alto riesgo de contraer gripe, así como a aquellas a las que se les haya extirpado el bazo o que padezcan una enfermedad del bazo. Además, la vacuna antineumocócica está indicada para pacientes con leucemia y personas con dependencia del alcohol.
La efectividad de esta vacuna se confirma en 2 de cada 3 casos, dicha vacuna es menos efectiva en la vejez. Si sabe que está en riesgo, debe vacunarse cada 6 años.